Entrevistada: Ana María Bustamante cofundadora del colectivo Nuevas voces (los otros cofundadores son: Felipe López, Daniel Acevedo, Camilo Restrepo, Gaia, Felipe Posada, Lina Trujillo y Kelly Jiménez).
https://www.nuevasvoces.org/
Entravistadorxs: Nicolás Pachón y Slanyeth Girón en representación del Semillero Hoja por hoja
Fecha: septiembre de 2022
Hoja por hoja: ¿Cómo se originó el colectivo y quiénes lo conforman?
Ana María: Gracias a ustedes por interesarse en investigar sobre estos temas. Me parece que es fundamental porque investigar especialmente la literatura y específicamente la poesía, en Colombia, es una deuda que tenemos; sobre todo el intentar establecer un campo de lo que sucede a nivel literario en el país: algo que casi no interesa a muchas personas. Bueno, el colectivo surge en el 2015 con el interés de ser una plataforma de participación, principalmente juvenil, en Medellín, y de visibilización de las propuestas jóvenes. Cuando hablamos de jóvenes nos referimos a un término más generacional: cómo ciertas voces pululan y emergen y cómo nosotros también, desde el colectivo, visibilizamos esas voces. Somos en este momento diez personas que trabajamos en enfoques muy distintos, todos con unas profesiones muy diferentes pero que nos vincula, finalmente, el ejercicio literario. Dentro de los integrantes, ahondo un poquitico, hay un sicólogo, un comunicador audiovisual, un historiador, un licenciado en pedagogía infantil, yo, que soy socióloga, una licenciada en artes, una música y, bueno, somos todos muy diversos.
Hoja por hoja: ¿Cuál fue la razón que los impulsó a reunirse y crear el colectivo y cuál es el enfoque que tienen?
Ana María: En Medellín es muy importante, o ha sido muy importante, la labor que ha realizado el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Varios de nosotros, bueno, yo creo que casi todos nosotros, hemos trabajado en el Festival en sus diversas versiones. Yo trabajé en el Festival en el 2014, 2015, 2016 y la mayoría de mis compañeros también lo hicieron; allí fue donde nos conocimos, siendo muy jóvenes. Nos interesamos en gestar el colectivo, principalmente, porque veíamos un vacío. Las voces que más aparecen o que más son tenidas en cuenta son aquellas que tienen una cierta herencia, una genética, por así decirlo, porque sus familiares les permiten ingresar al círculo literario y porque, finalmente, la literatura escrita por jóvenes no es algo que interese mucho en el momento actual.
Entonces vimos esta oportunidad, sobre todo porque identificábamos que dentro del Festival —que es, digamos, el evento más importante, me atrevería a decir del país, a nivel poético— no se reunía nunca voces jóvenes, que no había un espacio de participación para voces que no tuvieran un eco, una gran trayectoria. Allí vimos una gran oportunidad y dijimos: "Bueno, empecemos a hacer acciones, empecemos a visibilizar, ¿qué es lo está pasando? ¿por qué solamente quienes gozan de cierto prestigio son quienes están impulsando el movimiento literario en Medellín?
Ese fue, básicamente, nuestro estandarte cuando nos juntamos en el colectivo. Entonces buscábamos, principalmente, empezar a visibilizar esas voces de Medellín, pero se fue expandiendo al punto de generar una visibilización, o ser una plataforma de visibilización, de voces jóvenes a nivel hispanohablante. Hemos recogido incluso voces de los 21 países hispanohablantes, haciendo un ejercicio muy riguroso también de investigación, de identificar qué está pasando en los otros países y cómo se compone quizás ese panorama de literatura juvenil.
Hoja por hoja: Cuando hacen esa curaduría en estos países hispanohablantes, ¿llevan a cabo un seguimiento de las voces que se presentan o simplemente están abiertos a recibir a todas las personas que quieran hacer parte de este proyecto?
Ana María: A ver, cuando te menciono lo de los 21 países en los que hicimos ese rastreo, todo fue para la edición anterior que sacamos en el mes de diciembre de 2021 de una revista que tenemos dentro del colectivo que se llama Telúrica. En esa revista, cada una de sus ediciones tiene un propósito que la orienta. El propósito de ese número fue visibilizar dentro de todos los países hispanohablantes qué se está haciendo actualmente. Reconocemos que existe ese tipo de personajes que empiezan en el mundo literario y que finalmente no continúan. Sin embargo, esa búsqueda por encontrar dichas voces fue bastante difícil —sobre todo, por ejemplo, en Guinea Ecuatorial o países como Paraguay u Honduras— fue un esfuerzo aún mayor porque, eso obedece a otros factores, no aparecen esas voces o no son tan visibles como las de otros.
Lo que hicimos fue revisar, primero, el impacto de estas personas que rastreábamos. Consultamos unos tres o cuatro escritores por país y, finalmente, a partir del impacto que han tenido, escogimos. No necesariamente de publicaciones con editoriales de prestigio, sobre todo porque reconocemos que dentro del panorama joven hay mucha autogestión, auto-publicaciones: editoriales gestionadas de manera independiente. Ese no fue un criterio, el criterio fue, básicamente, la calidad, buscábamos que la revista tuviera al menos una curaduría en términos de sensibilidad estética y ese fue el principal criterio que tuvimos en cuenta. Calidad poética, no tanto las consecuencias que tuviera su escritura sino más bien el mérito que pudiera tener la misma, su recursividad, el uso de las imágenes, etc.
Hoja por hoja: ¿Cuál crees que es el panorama en la poesía latinoamericana, pero centrándonos un poco en Colombia?
Ana María: Bueno, precisamente, la tesis de maestría que hice fue sobre la poesía joven, pero en particular en Medellín (aunque hice un rastreo también en Colombia): ¿Qué está pasando? Digamos que, a nivel latinoamericano, creo que muchas coyunturas, sobre todo cercanas a la violencia y han propiciado el surgimiento de resistencias desde las artes; uno de esos elementos más claves para obtener esos ejes de resistencia ha sido la creación poética. Primero, porque permite una flexibilidad mayor en la exploración de las emociones. Segundo, porque no requiere conocimientos previos como otras actividades artísticas y porque fácilmente se recurre a ella. Al ser seres discursivos estamos más cercanos a reproducir ese mismo lenguaje de otras maneras, como no sucederá con otro tipo de artes, por ejemplo, que están construidas con un código que para reproducirlas requieren un aprendizaje de ese código. La poesía no, cierto, la literatura no lo requiere con tanta urgencia.
A nivel latinoamericano, entonces, en coyunturas de violencias y particularmente en Colombia que ha sido nuestro espacio constante y sobre el cual todas las propuestas se erigen, en los últimos años sí se ha visto un reverdecer en el campo literario, especialmente en el poético. Por eso al principio les decía que celebraba esta investigación que ustedes están haciendo, porque ha quedado casi en segundo plano de la academia consultar o revisar qué está pasando a nivel de su gestación; cómo se gestan estas posibilidades discursivas. Los estudios literarios se limitan a la forma o los asuntos más estructurales y no se centran, quizás, en el ámbito, por ejemplo, de la estética de la recepción, de cómo circulan esas obras, de qué pasa después de que se gestan y tienen un reconocimiento; yo creo que ahí tenemos una deuda grande.
No pasa por ejemplo con España, allí hay unos acercamientos más grandes, al menos para establecer un campo de lo poético actual. Entonces a nivel latinoamericano, yo creo que son claros dos elementos. Primero, un elemento del centro de las escrituras poéticas —cuando hablo de centro hablo de los códigos que se vinculan al poema que son más tradicionales—. Estamos hablando de unas poéticas que están cercanas a reproducir unas estructuras aceptadas por las academias, aceptadas por la tradición y, fácilmente, quienes están en ese círculo, o en ese centro, han tenido una educación distinta y provienen, muchos de ellos, de una herencia literaria clara o artística. Segundo, se encuentran las rupturas de todos aquellos jóvenes que están creando o que están haciendo poesía mezclándola, quizás, con otras formas artísticas como el collage, como la fotografía, como la ilustración; estas dejan de lado esas estructuras tan verticales de las academias y gestan otras posibilidades. Hay una gran ruptura con esas grandes estructuras o tradiciones y estas poéticas gestan sus propios caminos.
Yo ubico lo que se está haciendo actualmente a nivel hispanohablante, o latinoamericano mejor, a nivel poético. Hay dos propuestas que pululan y ellas no son antagónicas. Ambas posturas o ambas búsquedas poéticas casi están en el mismo escenario. Celebro que en Latinoamérica se dé esto porque están aquellos que su escritura va más de la mano como de ciertas rupturas. Esto a la denuncia, cercanos a una poesía muy panfletaria. Y hay otras propuestas de pronto más depuradas que también coexisten con estas otras propuestas. Como ejemplo colombianos podríamos, tal vez, mirar a Alejo Morales, muy cercano a esas rupturas y, por ejemplo, a un Henry Alexander Gómez, con más diálogos con ciertas tradiciones: ambas propuestas existen, ambos caminos configuran ese panorama latinoamericano.
La colombiana es una clara ilustración, pero sé que en países como Argentina sucede; aunque allá la poesía, por ejemplo, es más panfletaria, con un rol político más cercano a la denuncia. Sucede en México también, claramente, esa mezcla con otras propuestas, la literatura joven no se ha quedado como una expresión sino que vincula lo que su medio le ofrece. Entonces aparecen las dinámicas digitales, las literaturas expandidas, la realidad virtual, los libros interactivos, los fanzines y las publicaciones autogestionadas, por ejemplo.
Hoja por hoja: ¿Qué experiencias relevantes del colectivo podrías rescatar o contarnos?
Ana María: Nosotros estamos muy cercanos a experimentar con nuevas tecnologías porque somos nativos digitales y porque todo el tiempo estamos en el mundo digital. Entonces hemos hecho desarrollo de aplicaciones que mezclan el lenguaje poético con la realidad aumentada, por ejemplo. Tenemos una biblioteca de poesía virtual que se llama PoetApp, es una aplicación, de hecho, está para descarga gratuita en Playstore. Hemos desarrollado durante cinco años consecutivos un proyecto que se llama Territorio Libre que se hace a través de la intervención porque uno de nuestros grandes ejes es la intervención social a partir del ejercicio literario, del momento de la lectura, la escritura y la oralidad. En Territorio Libre hemos hecho una geo-referencia en la ciudad de Medellín de elementos claves que permitan rescatar la memoria; hemos construido unos murales y, a partir de esos murales, hay una construcción poética.
Entonces, a partir de la aplicación se pueden escanear esos murales y se reproducen esos poemas. También tenemos un libro que es netamente realidad aumentada; se llama Ecos, 15 poetas antioqueños y ahí lo que hicimos fue recoger voces principales de ciertas generaciones. Está desde Juan Manuel Roca hasta León De Greiff, por ejemplo; y, digamos, propuestas más jóvenes de Antioquia. El libro es solamente ilustrado. A partir de otra aplicación que desarrollamos se escanea la ilustración y se reproducen los poemas de ese autor, en voz de autor, pues de los que están vivos. Básicamente el colectivo ha tenido unas experiencias muy satisfactorias porque nuestra principal búsqueda es fortalecer los procesos de lectura, escritura y oralidad a través de la intervención social. Nosotros vamos a los territorios, formamos comunidades, hacemos talleres, bueno, tenemos diferentes ejes y tenemos una escuela de formación que se llama "La diosa blanca", que cada año abre sus puertas para hacer talleres literarios.
Tenemos la revista Telúrica que es otro de los grandes ejes. Tenemos El laboratorio de cyber-poiesis, que es donde hacemos todo el tema de literaturas expandidas y realidad aumentada. Ah, bueno, también tenemos la editorial Nuevas voces editores, así hemos editado textos de diversos autores. Por ejemplo, en el año 2018 hicimos una antología de 70 escritores colombianos jóvenes, perdón, 35 colombianos jóvenes y 35 cubanos. Fue una antología a partir de un rastreo que hicimos de lo que se estaba escribiendo en Cuba y de cómo se pueden trazar unos puentes interesantes entre las propuestas literarias de Cuba y Colombia
Hoja por hoja: ¿Qué acogida ha tenido la app?
Ana María: No te sabría responder en este momento, la trazabilidad de las descargas la tiene Felipe López. Sí podría decirte que supera las 3000 descargas. Incluso tenemos no solamente propuestas nuestras, sino que también hay una revista de Chile que se llama Mal de Ojo que también nos envió todos sus números para que los colgáramos allí. Hemos publicado y colgado poemarios de autores que no son colombianos, entonces es de circulación hispanohablante. De hecho, también colgamos, por ejemplo, la antología que hizo la Pájara Pinta, que se llama Paisaje inacabado, se puede descargar en PoetApp. Hemos publicado varias iniciativas también del país.
Hoja por hoja: Muchas gracias, Ana María.
